EL PALACIO DEL COJO DE LA GUÍA | LA FORTUNA QUE VINO DEL MAR

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Érase una vez un Palacio que se veía  desde cualquier lugar de Llanes y, también, desde el mar. 

Se alzaba, tras una avenida de plátanos de paseo, majestuoso sobre la emblemática colina de la Guía, formando parte del paisaje de la villa.

Con estructura de castillo, ladrillo enfoscado y pintado, en un principio, de rojo inglés, a excepción de las terrazas, las balaustradas y los recercados que lucían, para no fatigar la vista, de blanco. 

No contaba solamente con una fachada, todos los vientos tenían protagonismo, además la cocina estaba en el último piso y no relegada al sótano como era costumbre. 

Este palacio, tan extraordinario como exótico y pintoresco, había sido construido por Pedro de Teresa Miranda, bajo la dirección del arquitecto santanderino Casimiro Pérez de la Riva, siendo el contratista Miroles y como decorador el también cántabro Manuel Espinosa.

Pedro era hijo de Don Nicolás de Teresa Sánchez, llanisco y emigrante desde muy temprana edad, que llegó a ser presidente del importante banco Mercantil de México, y también un gran benefactor de Llanes, propiciando las fuentes de San Nicolás y los Remedios y colaborando en obras de la iglesia y mercado cubierto.

Don Nicolás contrajo matrimonio con Doña Dolores Miranda Muñoz, hija del vicecónsul de España en México, y tuvo 13 hijos, uno de los cuales fue Pedro, al que se le recordaba sentado en los mejores carruajes llaniscos tirados por magníficos troncos de caballos. 

 

Nuestro protagonista viene a Llanes hacia 1891 y dos años después, el 25 de octubre, se une en matrimonio, en la hoy Basílica, a Doña Vicenta Díaz de Rivera y Romano, de Santander, localidad a la que su padre, natural de Llanes, se había trasladado para dirigir la oficina de telégrafos de esa ciudad.Aquella boda fue  bendecida por nada menos que Ángel de la Moría, sacerdote y poeta del dulce bable llanisco.

Aquel matrimonio en Villa Vicenta, nombre con el que el esposo bautizó a la mansión, en cuyo oratorio se veneraban imágenes de San Pedro y San Vicente en honor a sus dueños, tenía ingredientes para ser una romántica historia de amor. Si bien, la diferencia de edad, ella apenas 17 años y él  37, así como su condición física- que llevó a que el palacio fuera conocido como “el del coju de la Guía”-, su carácter dominante, enérgico e impulsivo, además de haber ido a peor fortuna, lo que dio lugar, al tener que prescindir de su numerosa servidumbre, a cerrar el Palacio de la Guía y trasladarse a vivir más modestamente a Santander, hicieron que el matrimonio, aunque comiera perdices, no fuera feliz. 

Falleció Don Pedro en el mes de diciembre de 1931; y Doña Vicenta, a la que se la recordaba en el villa paseando en una silla de ruedas acompañada por una sirvienta, también murió un diciembre, pero de 1949, legando una parte de sus bienes al Hospital Municipal, las Escuelas Públicas y la Fundación Faustino Sobrino.

El palacio albergó al colegio de PP. Agustinos y durante la guerra civil sirvió de alojamiento a militares alemanes de la Legión Cóndor.

En octubre de 1974, fue demolido, acabando con uno de nuestros edificios más representativos de una época y de un modo de vida.

Y, colorín, colorado…

 

Fuentes, “El Oriente de Asturias” y “Sur Villa de Llanes”

Imágenes, Archivo Fernando Suárez Cue

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