En 1921, los periódicos, a nivel local, regional y nacional, se hacían eco de que la que hasta entonces era una importante y floreciente industria pesquera de fabricación de conservas, escabeches y salazón, atravesaba, en todo el litoral cantábrico, una profunda crisis.
Todos las informaciones coincidían en que, para paliar las graves consecuencias de aquella honda crisis, era imprescindible la protección del Gobierno y solicitaban facilidades para la exportación, a la par que afeaban los beneficios de todo tipo que se les otorgaba a otras industrias, como la del azúcar, arroz y aceite.
Para la industria pesquera de conservas, escabeches y salazón, que sobrepasaba los límites de producción para surtir al mercado nacional, era una necesidad decisiva la exportación, la cual se había resentido como consecuencia de la Guerra Europea.
Aquel pavoroso conflicto les hizo perder casi la totalidad del mercado con América, gran importadora de toda clase de conservas de pescado. Y, también, con Italia que, al prohibir el libre cambio de productos, dejó de adquirir toneladas de bocarte en salazón.
Y en Llanes, donde tantas familias vivían de la pesca, se sintió muy de cerca la profunda recesión de la producción de conservas, pues los fabricantes y salazoneros se retraían en la compra de pescado, y si lo hacían lo pagaban a bajo precio, no remunerando los esfuerzos de nuestros marineros.
Imágenes, Valentín Orejas
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