Una mañana de un jueves de mayo del año 1897, Concepción Villa, esposa de un guardia civil y madre de ocho hijos, el primero de los cuales había sido destinado a Filipinas hacía pocos días, se encontraba, en compañía de una de sus hijas, de catorce años de edad, a la orilla del mar, entre la playa de Puerto Chico y Toró, ocupada en extraer marisco para atender al sostenimiento de su familia.
Al tratar de huir de una ola que amenazaba inundar la roca en que se hallaba, cayó entre unos arrecifes, siendo arrastrada por las aguas en el descenso de la ola, sin que su hija pudiera impedirlo. La niña prorrumpió en agudos gritos, los cuales fueron oídos por Ramón de Cue, que se hallaba próximo, alertando al bote “México”, que acaba de llegar del Moyón. Sus tripulantes, Gervasio Cue, Fernando Villa e Indaleceo Varela, junto con el cabo de mar Antonio Allegui, se dirigieron al lugar del suceso. Cuando llegaron ya se encontraba en el lugar Joaquín Coalla que, despojado de sus ropas, se disponía a lanzarse al mar.
Concepción, que se hallaba a varios metros internada en la mar, fue subida al bote, donde intentaron sin éxito, al percatarse de que no hacía ningún movimiento, que expulsase el agua, mientras que remaban a toda velocidad hacía el Sablón. En aquella playa, además de numerosas personas, estaba el médico municipal Manuel de la Vega Martínez que logró estimular la respiración de Concepción, salvándola de una muerte segura.
Es de destacar que los “socorristas” renunciaron a la compensación que como premio les otorgó la Sociedad de Salvamento de Náufragos, acordando que tales cantidades se entregasen a las viudas de Manuel Estrada y Alejandro Amieva, que días antes habían muerto a consecuencia de zozobrar la lancha “San Antonio” a la entrada de nuestro puerto.
Imágenes, Valentín Orejas
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