Contaba Luis Fernández Trespalacios que en la década de los años 20, las aguas del puerto eran tan claras como las de un manantial. Añadía que en la parte conocida como Entremuelles, donde estaba la compuerta, se bañaban los rapaces y que era habitual que los mayores tiraran al agua una perrina envuelta en papel de fumar, la cual los bañistas sacaban, incluso con la boca.
Al parecer que el agua estuviera tan limpia era consecuencia de la existencia de gran cantidad de mejillones, ya que dichos moluscos llenaban las rocas desde el Palu de la Barra hasta la Punta del Caballo y lo mismo en San Antón, desde la Cueva del Calaberu.
Imagen, Valentín Orejas
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