Wenceslao Junco de la Vega nace en Poo en 1825, y seguramente ante la pena e incertidumbre de sus padres, Celedonio Junco y Bárbara de la Vega, emigró a los 15 años a Sevilla, trasladándose seguidamente a La Habana, luego a Luisiana, para instalarse definitivamente en Brownsville, ciudad tejana a orillas del Río Grande, cuyo lema era “En la Frontera, junto al mar”.
Allí, con gran éxito se dedicó al comercio de coloniales y se casó en 1853 con Cecilia Rico Díaz, de origen español, natural de Matamoros, México. De dicho matrimonio nacieron seis hijos: Wenceslao, Luisa, José, Bárbara, María Concepción y Enrique.
Transitoriamente, con la intención de que Wenceslao recuperara su debilitada salud regresó, junto a mujer y sus hijos, a su Poo natal, donde realiza acciones benéficas a favor del pueblo que le vio nacer.
Definitivamente, retornan a España en 1863, avecindándose en Bilbao.
Wenceslao falleció en 1874 y Cecilia poco después, dejando huérfanos a sus cuatro hijos supervivientes, de los que se hace cargo como tutor y administrador de los bienes el también poíco y alcalde de Llanes, Egidio Gavito Bustamante.
El más pequeño de los hijos, Enrique, que como su padre también había nacido en Poo, tras la oportuna licencia concedida en julio de 1893, construyó, bajo su dirección, era ingeniero de profesión, en un amplio terreno de la Calle Pidal, que por uno de sus vientos llega al Cueto, una preciosa casa, más pequeña y austera que las demás mansiones indianas que la rodean. Luce un aspecto colonial y está pintada de un tono pastel, y en ella llaman sobre todo la atención la original galería sin columnas de la fachada principal rematada por una pequeña buhardilla y su pronunciado alero precedido de guardamalletas de madera.
Enrique se había casado con Amalia Mendoza Noriega, nacida en el pintoresco barrio de la Torre de Noriega, en Ribadedeva. Tuvieron nueve hijos, Enrique, Amalia, Wenceslao, Cecilia, Víctor, María, Félix, Feliciano y Eduardo.
Murió en Llanes el 18 de marzo de 1903, contaba con 35 años de edad.
Afortunadamente, la casa está muy bien conservada y continúa en manos de la familia.
Fuentes, “El Oriente de Asturias” y “Sur de la Villa de Llanes”
Imágen, Valentín Orejas
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