En la desembocadura del río Cabra, que hace de frontera natural entre Ribadedeva y Llanes, entre los extraordinarios acantilados de Santiuste y la rasa de Pimiango, se encuentra la Playa de la Franca, que llegó a contar en el siglo XIX con un balneario marítimo.
Durante la pleamar se convierte en una piscina y en bajamar, se comunica con otros arenales, la playa del Oso, la del Vivero y la preciosa Mendía.
Se dice que su nombre tiene origen en aquellos lejanos tiempos en los que los puertos de Llanes y San Vicente se pagaban impuestos por las mercancías que se desembarcaban, y la Franca, entre ambos, estaba a la distancia suficiente para esquivar el pago obligatorio, lo cual era aprovechado por algunos mercaderes para desembarcar sus mercancías “francas de alcabalas”, libres de impuestos.
Imagen, Valentín Orejas
0 comentarios