Relata Fernando Carrera con mucha chispa, lo que yo, con mucha menos gracia, les paso a contar.
Allá por los años 1886 a 1890, Don Ramón Labra tenía interés por los terrenos de la Cuesta del Cristo, y especialmente por los del viento sur en los que estaba enclavado un huerto cercado, que cultivaba Xuan de la Xunca, ermitaño de la Capilla.
El terrateniente hizo gestiones en Oviedo y logró que se sacara a subasta el huertín del pobre ermitaño, y se lo adjudicó sin ningún problema.
Enterado el querido y popular sacerdote Don Tomás del Cueto Vallado de tal infamia, decidió organizar una manifestación pública en defensa de los derechos del Santo Cristo del Camino y sus terrenos, que podemos considerar la primera convocada en Llanes.
Así, encargó a su amanuense pintar un cartelón que representaba la capilla y un culebrón enroscado en ella con una boca muy grande queriendo tragarla.
En el día, hora y lugar indicado, que no fue otro que el extremo de la calle Pidal, se reunieron vecinos de la Portilla, Soberrón, La Arquera, La Galguera y otros pueblos y vecinos de la Villa, entre los que se encontraban, todavía siendo unos chiquillos, el propio Carrera y el más universal de los Pola, Baltasar.
Éstos, en cuanto llegaron al sitio de la manifestación, pudieron escuchar, según escribieron, una conversación entre el ermitaño y su mujer:
Xuan:-Traigo dos pendones; unu en altu, para que lu vea tou el mundiu y otru al llau, para que no lo vea dengunu.
Ermitaña:-Calla, mal ermitañu, que si no jora por lo que yo trabajo, ya te bias muertu de jambre.
Xuan:-Mejor tarías barriendo la capilla.
Ermitaña:-Bárrela tú, que en cuantas apañas las perras de las limosnas ya tas andando pa casa Xapila a tomar xarras de sidre.
En este punto de la disputa llegó Don Tomás y dando una moneda a la ermitaña, la mandó volver a casa.
Xuan:-Esta muyer me saca de quiciu, si no juera por el respetu que i tengo y por el actu solene que vamos a celebrar, dabai una morrada que i hacía dar más guetas que una pionza.
Tan prontu espurra la pata voy ponei un pitafiu, como jizo mi compañeru el de la Guía.
¿Acuérdese del tíu Millán? Cuando murrió la muyer ponioi una cruz de madera que decía:
“Aquí descansa la ermitaña de la Guía. El ermitaño también descansó.
Y la ermitaña que lo oyó: ¡Irás tú delante!
Se olvidaron Carrera y Baltasar, concentrados en el diálogo del matrimonio ermitaño, de contarnos cómo acabo el contencioso del huertín.
Sin duda, la manifestación daría sus frutos.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
Imagen, Valentín Orejas
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