La resistencia de las casas patrimoniales a deshacerse de fincas dieron lugar a que Llanes tardara en romper el cinturón de sus antiguas murallas.
En el siglo XIX, dio algún estirón hacia el Cotiello y Las Barqueras, pero insuficiente para los locales que precisaban las pequeñas industrias y las gentes de oficios, por lo que se tuvo que improvisar.
Así, surgen “los Cajones”.
Además del de Donato Sordo, el único que se conserva, había al lado del Casino otro que regentaba un zapatero mansolea.
También, uno en la plaza, que era una relojería, y cuatro en la acera del muelle, próximos al bar de ese nombre.
Imagen, Valentín Orejas
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