Entre la llegada del tren a Llanes y la inauguración del Casino, se construyeron los chalés del faro o San Antón.
La pequeña urbanización, en lugar privilegiado e inspirada en las casitas de la campiña europea, constaba de cuatro edificaciones, ahora solo quedan tres, y estaban dotadas de sótano, bajo, primero, desván y torres en dos de ellas.
En aquel tiempo, se minusvaloraron en comparación con los chalés vecinos, como el del Coju de la Guía o el palacete de la Marquesa de Arguelles, promotora de las edificaciones, y también por la escasa distancia que mediaba entre ellos, lo cual los privaba de intimidad.
En la actualidad, las que fueron primeras construcciones para estancia de veraneantes, son de las casas más bonitas y preciadas de la Villa.
Imágenes, Valentín Orejas y “El Oriente de Asturias”
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