José Peñil, que era conocido como “Che Peñil”, desde Suances, en una humilde barquilla y junto a su hermano Luis, llegó a Bustio en el año 1918. Su esposa, Cecilia Villegas, en compañía de su primer hijo, por entonces el único, hizo el trayecto en tren.
Al fundador de la dinastía, que había visitado previamente la zona, le gustó el lugar y, también, que no hubiera nadie que se dedicara a la pesca de la langosta y los percebes. Y, así, en ese puerto de Ribadedeva, a base de esfuerzo y privaciones, y con la ayuda de su mujer, que se dedicó, como muchas de las mujeres de marineros, a vender pescado, las cosas le empezaron a ir bien.
El matrimonio, que se asentó primero en el barrio de la Mata y luego en el Curtido, tuvo diez hijos, 8 varones: Vicente, José, Emilio, Ángel, Celestino, Wenceslao, Aurelio y Joaquín, que sorprendentemente se dedicaron todos a la mar; y 2 mujeres: Visitación y Antonia.
La familia Peñil, con su padre a la cabeza, su hijo Pepe gestionando los asuntos administrativos e incluso con una nuera enrolada en uno de sus barcos, llegó a poseer casi toda la flota pesquera de Bustio.
En enero de 1971, unos meses antes de morir, este marinero, ejemplo de valor humano, recordaba, en una entrevista en “El Oriente de Asturias”, que los primeros años había navegado a vela. Y contaba orgulloso que después de una dura lucha, pues dura es la vida en la mar, en su casa se vivía bien y se enorgullecía de haber sacado adelante a sus hijos.
Fuente e ilustraciones “El Oriente de Asturias”
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