En la actividad colectiva de la caza de las ballenas era fundamental la aproximación y coordinación, y precisaba gran destreza tanto de patrones como de remeros para colocarse, sin excesivo chapoteo, al lado del cetáceo.
En cuanto al arponero, colocado a proa, era persona fornida y experimentada.
Una vez cazadas se llevaban a tierra durante el día, y los lugares de arribada eran el sable de San Antonio (Nueva) y el de Estacones (Villa de Llanes).
Maiche Perela Beaumont
Imagen, Valentín Orejas – Playa de San Antonio
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