Hace años, me dijo una vez José Manuel Gutiérrez Meré (el “Belga”), “Cuando quieras hacer una obra en la Mar para controlar su bravura y proteger tus bienes, debes de dejarle (a la Mar), una salida digna, porque como se la tenga que buscar ella, estas perdido amigo”.
Además, recuerdo otra frase con la que sentenció hace años Alfonso Díaz Cué (el “Negrín”). “Ten cuidado Fernandín, “que la Mar es hembra, y como tal, es más lista que guapa. Y guapa lo es mucho”.
A estos comentarios se sumaron los de otros experimentados y añorados marineros a los que me dirigí, como fueron “La Nutria”, “tiu Pepe”, “Tisto” “Machi”, el “Diosu”, o Logio (el “Chulu”), los cuales, cada no me dio su opinión, pero curiosamente sin que ninguna de ellas se contradijese, es más, iban ampliando la información que me interesaba.
Esto viene a cuento, porque las conversaciones que mantuve con todos ellos, y sus opiniones, eran para intentar explicarme el porqué de la virulencia con la que la marejada entraba en el puerto de Llanes, cuando este estaba encarado a E, y no a N o NO, que era desde donde se suponía que venía el llamado “Vendaval” y basándome en todas ellas, creo que di con la explicación, por lo menos para mí.
Sabemos que las marejadas nos aparecen provenientes del 4º cuadrante de la “Rosa de los Vientos” (entre los 270º y los 360º), con un importante “fetch” (distancia de la superficie del océano en el cual la velocidad y dirección del viento permanecen constantes, igual al camino que las olas pueden recorrer permaneciendo siempre bajo su acción), pues pueden cruzar todo el Atlántico sin que nada ni nadie se lo impida.
Cuando se acercan a nuestra costa, y les empieza a faltar fondo, la ola se encuentra frenada, por lo cual, como no pierde energía se transforma, y crece y se levanta hasta alturas más que considerables.
Entonces es cuando se encuentra con tres obstáculos, dos naturales, la Punta del Guruñu y la Cabeza de Caballo, y el otro artificial, La Barra, actuando sobre ella (la ola), de la forma siguiente.
La Punta del Gruñu, interfiere en la que podíamos denominar el “ala sur” de la ola, obligándola a “revirarse” hacia el SO, El Fuerte, La Moria y la playa del Sablón, donde descarga toda su acumulada energía, con esos bagazos tan espectaculares y esas magníficas subidas de playa que todos conocemos.
Lo mismo ocurre con la Cabeza del Caballo y La Barra, que la salte o no la salte, obliga a esa parte de la ola a dirigirse hacia San Antón (SO) y la desembocadura del Carrocedo,(O), pero con la particularidad de que los acantilados de San Antón, devuelve la ola y la suma a las que has tomado ya el camino de la Medialuna y entremuelles dirigiéndose hacia la entrada del puerto interior.
Esta entrada, como bien sabemos, se va estrechando hasta llegar al muelle Merlón, donde se encuentra la parte mas angosta del puerto, y ahí, al disminuir la sección (o el camino por donde ha de pasar), necesariamente la velocidad aumenta (efecto Venturi para los fluidos).
Recordemos, lo difícil que lo tenían las lanchas más grandes amarradas en el puerto interior, que llegaban a tensar los cabos de amarre como cuerdas de guitarra, y con que violencia llegaba a golpear la Mar sobre el puente, mientras las barquillas los botes descansaban sobre los muelles.
Con todo lo dicho he intentado explicar porque creo que el puerto de Llanes fue uno de los más complicados y peligrosos de nuestra costa.
Buena Mar y hasta la vista.
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