En la primavera de 1954, publicaba “El Oriente de Asturias” que en Buelna eran muchas las personas que se acercaban a la costa, con la curiosidad de contemplar un pez muy grande que había aparecido aquellos días. Además, recogía que se podía apreciar bien porque pasaba rozando las rocas, y que el mejor lugar para verlo era desde el conocido puesto de pesca “Puente Caballo” al “Cerrao”.
Consideraban, los que tuvieron la suerte de observarlo, que medía sobre siete metros de largo por uno y medio de ancho y que sacaba a veces fuera del agua una punta o aleta a manera de periscopio. Los más expertos decían que no era de la familia de los delfines, ya que aquel visto en Buelna llevaba la boca abierta, que tenía como un metro de circunferencia, poseía la cabeza muy grande y el labio o morro era de color azul, tal como pintan los libros a la ballena que se tragó a Jonás.
Terminaba el semanario la reseña, advirtiendo que tuvieran cuidado los bañistas, pues se podían llevar un gran susto.
A la semana siguiente, “El Oriente” volvía con más noticias del gran animal marino, al que nadie sabía identificar, añadiendo que no se vio solo el de Buelna, sino que en la playa de Ballota, en Cue, estaban merodeando nueve ejemplares de esa especie. Y, también, que el domingo en San Antón, desde la Tijerina, se observaron, arrimadísimos a la costa, otros dos grandes ejemplares pertenecientes a esa especie.
Imagen, Nel Melero
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