La travesía que sube de la calle El Muelle a la calle Mayor es llamada indistintamente “del Llegar” y “del Llagar”. Unos dicen que el primer nombre es consecuencia de que era la entrada de la Villa que usaban comúnmente los peregrinos para ascender a la Iglesia de Santa María y elevar sus plegarias, otros, los que se muestran partidarios de la segunda nomenclatura, alegan que hay documentación, sobre todo en escrituras de compraventa, que recoge “del Llagar” y no “del Llegar”, y son de la opinión de que “la deformación” es simplemente fonética.
Sin entrar en dichas divergencias, lo cierto es que la calle en cuestión está dedicada a Manuel Cué Fernández, que es a donde yo quería llegar.
Y basándome en la biografía que recogió un libro publicado por “El Oriente de Asturias”, les cuento que este entusiasta y activo llanisco nació en la Arquera el 9 de junio de 1834, cursó estudios en la escuela pública de Llanes y tras pasar unos años con su abuelo materno, destacado comerciante de la villa, con solo 15 años embarcó rumbo a Cuba en la corbeta Villa de Gijón.
Se estableció en la Habana, y después de trabajar como dependiente, donde adquirió conocimientos y medios económicos, fundó una sociedad de importación y exportación de mercaderías.
Cruzó por última vez los mares en 1872, y dos años más tarde contrajo matrimonio en Santander con María de Abarca Junco, fijando su residencia en esa capital y dedicándose al comercio y otros negocios, pero pasando largas temporadas en Llanes.
Y desde el regreso a su tierra, viendo con claridad que la falta de formación hacía muy dura la condición de quienes buscaban en la emigración el bienestar, le rondó la idea de intentar mejorar la cultura de los jóvenes emigrantes, y concibió la creación de un Colegio.
Así, en el año 1900, se inauguró, a sus expensas, un edificio sólido y elegante, según planos del arquitecto montañés Sr. Lavín, que se conoció como El Colegio de la Arquera, al que se dotó de moderno material pedagógico, y que bajo la dirección de los Hermanos de San Juan Bautista de la Salle se escolarizó a 150 niños de Llanes, La Portilla, Pancar y La Carúa, Cue, La Galguera, Soberrón, San Roque y Purón, admitiéndose solo diez de pago, para atender con su producto a las reparaciones.
Tardó Llanes 35 años en saldar la cuenta que tenía pendiente con este gran benefactor, que desgraciadamente había muerto repentinamente un año antes de la inauguración del Colegio, y lo hizo erigiendo en el patio, por suscripción popular, un conjunto escultórico con su busto, obra del escultor Gerardo Fernández.
Y acabo estas líneas con una frase del entonces alcalde de Llanes que presidió la presentación del conjunto escultórico:” El Colegio de la Arquera fue un faro para varias generaciones de llaniscos”.
Imagen, Valentín Orejas
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