El año 1888 se caracterizó por ser muy convulso en lo que al clima se refiere, nevó extraordinariamente causando importantes daños sobre todo en las Peñamelleras y Cabrales, tal como recogió hace unos días detalladamente Guillermo Fernández Buergo. Pero no solo fue extremo en tierra, sino también en la mar. Así, ha llegado hasta nosotros que el 18 de mayo de aquel año, tras una serena mañana propia de primavera, al medio día un viento sur sorprendió en la mar a bastantes lanchas pescando.
Entre ellas, a dos de San Vicente y otro par de Comillas, que acabaron naufragando y embarrancando en el Sable. Desgraciadamente, uno solo de los tripulantes logró alcanzar a nado la orilla, arrojando la mar, pasadas las cinco de la tarde, algunos de los cuerpos de los demás marineros.
A esa misma hora, entró en el puerto de Llanes el vapor “Pequeño”, de la matrícula de Gijón, al cual un golpe de mar, a 18 millas de la costa entre Lastres Y Ribadesella, le anegó la máquina causándole un avería y llevándose toda la pesca que tenía sobre cubierta. Por fortuna los siete tripulantes y su patrón, Rafael Artímez, lograron salvarse gracias a la capacidad y energía de este último, que optó, para aligerar la nave, por tirar a la mar tres cajas de aparejos.
Casi al mismo tiempo, la lancha “El Italiano”, de Lastres, con su patrón y 14 marineros, todos muy jóvenes, también ganaron nuestro puerto, después de que con gran esfuerzo e inteligencia lograran doblar la punta del Caballo y cruzar la Barra.
Ni que decir tiene que los llaniscos, en los que es proverbial su generosidad, acudieron al muelle portando ropas y alimentos para los fatigados marineros.
En todas las caras, se percibía el dolor y el temor por la suerte que habían corrido las lanchas de San Vicente y Comillas, y por las tres de Lastres que salieron con “El Italiano”.
Pasados unos días, hubo noticias de dos de las lastrinas, la “María Rosario”, que entró en Suances, y la “San Francisco”, que fue salvada por el patache “Nieves”, a excepción de un tripulante que perdió la vida en el traslado. Pero nada se supo de la titulada “Dos Hermanas”, tripulada por 17 hombres, suponiéndose que todos habían perecido.
Al cabo de unas semanas estudiantes del Colegio de la Encarnación de Llanes, distinguiéndose por sus nobles y humanitarios sentimientos, postularon por la villa y el Concejo recaudando 531 pesetas para los huérfanos de los tripulantes de las desafortunadas lanchas de Lastres.
Imagen, Valentín Orejas
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