Entre las fortunas que llegaron por mar, me parece importante destacar el chalé que levantó en Nueva de Llanes el indiano Adolfo Alonso Pesquera ‘Don Adolfo’, quien encargó el proyecto al arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo, en 1925. La casa es de estilo regionalista montañés. La arquitecta Marta Llavona la describe como “de planta rectangular, con una torre a cuatro aguas en uno de los ángulos y cargada de elementos regionalistas como balcones, corredores, cortafuegos y aleros que sobresalen”. Al interior de la casa se llega bajo dos arcos que se abren a un porche cubierto y en la parte trasera tiene jardín con una fuente.

          Adolfo Alonso Pesquera y su primo Tomás Buergo Pesquera ‘Don Tomás’, abandonaron de adolescentes la localidad de Nueva para ganarse honradamente los garbanzos en La Habana. Renunciaron al azadón, las vacas y a un posible servicio militar en África, para situarse detrás de un mostrador y montar más tarde su propio negocio, en su caso la sociedad Buergo Alonso y Compañía, dedicada a la importación y exportación de madera, sin desdeñar el sector de ferretería y los suministros a la construcción. Dieron empleo en Cuba a cientos de llaniscos y, trabajando duro, se hicieron muy ricos, opulentos.

          De regreso a Nueva, Adolfo construyó un precioso chalé en el paseo de Los Tilos, cerca de la estación del ferrocarril. Enviudó en Cuba, se volvió a casar y de esas dos uniones nacieron cuatro hijos, un varón y tres mujeres: Ángel, Ana, Rosa y María de los Ángeles.

          El gran mérito de Adolfo para el concejo de Llanes fue el de haber realizado en los años veinte del siglo XX, junto a otros tres entusiastas ganaderos, considerables importaciones de ejemplares de la raza Suiza-Schwyz, la parda alpina, las populares ratinas. Esas reses, que llegaron en tren desde tierras helvéticas, triplicaban en producción al ganado autóctono y la leche que surgía de sus ubres aportaba parámetros de proteínas y materia grasa desconocidos por estos lares.

          A la muerte de Adolfo Alonso, el domingo 24 de noviembre de 1957, a la edad de 84 años, el veterinario municipal Félix Martínez Marco valoró que esas vacas suizas “marcaron una etapa trascendental en la metamorfosis de la ganadería bovina en el concejo de Llanes, con evidente mejoría que más tarde habría de extenderse a otros municipios”. Atendido por el mayoral Cardín Amieva, el magnífico establo de Adolfo estaba situado en El Picu, a la entrada del pueblo de Ovio.

        Las dos últimas actividades de Don Adolfo que encontré en los meses anteriores a su muerte fueron donar a la iglesia parroquial una imagen del Corazón de Jesús y contribuir con un donativo de cien pesetas para socorrer a Sagrario Fernández, viuda de Pérez, que en un incendió había perdido la cuadra, siete vacas y un asno. En septiembre, su semental ‘Primor’ había sido reconocido como el mejor toro en el LXII Concurso-Exposición de Ganado de Llanes.

          El arquitecto Eduardo Rodríguez Bustelo firmó otros tres proyectos en el concejo de Llanes: El chalé de Ángeles Carriles ‘Pequeña’, en Nueva; el de Adelaida Junco, en Balmori, y la casa de Juan Noriega, en la villa.

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