Así, con los ojos brillantes de emoción y con el mar todavía dormido, embarqué en el Virgen de Guía, barco de casco de hierro que lleva grabada en la proa una imagen que pintó Jesús Palacios de esa Virgen que vino por la mar.
Nada más poner el pie en cubierta, el patrón me invitó a entrar en la cabina, donde me señaló la sonda y, también, el GPS que indica donde se encontraban los aparejos que íbamos a recoger.
Casi inmediatamente, debido a un velo de niebla que impedía apreciar donde acababa el mar y empezaba el cielo, al tener ambos el mismo color, me asaltó una sensación de plenitud a la que vez que, seguramente por quedarme sin referencias, comencé a sentir una pérdida de equilibrio, que desembocó en un mareo en toda regla.
El patrón, con esos ojos que tienen los marineros de haber visto tanta mar, me vigilaba, incluso se ofreció a llevarme a tierra, a lo que me negué rotundamente.
De repente, muy lejos vislumbre la desembocadura del río Purón y la costa me pareció una acuarela. Luego Pedro y Carlos, bajo el gobierno del patrón y con la ayuda del halador-¿cómo se las arreglarían antes, cuando no disponían de esa suerte de polea?-comenzaron a sacar del agua cientos de metros de miños. Ni en ese aparejo, ni en los otros tres, que se recogieron ese día, enmallaron suficientes peces que compensaran tanto esfuerzo. Entonces, me prometí que no volvería a decir que el pescado es caro.
Después, mientras nos acercabamos al Castro de Ballota rodeado de aguas color turquesa, y reparaba en su impresionante altura y en la similitud de las dos playas a las que custodia, el patrón me comentó los cupos de este año de la xarda, a todas luces injustos y vergonzosos, y también lo importante que sería que se instaurara, para bien de todos, el Turismo Marinero.
Llegando a puerto, me apercibió del hermosísimo reflejo del Virgen de Guía en la cristalera superior de la Rula, y me di cuenta de que mi sueño, al contrario que otros, no se había roto al hacerse realidad.
Maiche Perela Beaumont
Imagen, Valentín Orejas
Artículo publicado en el año 2014 en “El Oriente de Asturias”
Maravillosa descripción de su salida a la mar Maiche. Maiche la marinera supongo que la apodarían desde entonces. No es muy común en una mujer de alcurnia ocurrencias de ese tipo… hasta que no se te pone callo en el cerebro el mareo es muy traidor,… demuestra esa actitud mucho afán de saber, de conocer, de aprender a valorar las cosas….. Yo soy de las Cuencas y con 23 años le dije a mi padre que quería ver como se trabajaba en la mina…. me bajaron a 160 m de profundidad en el María Luisa… Turno de mañana…. Entré en un pozo de picadores de 80 cm…. Se trabajaba tumbado… Sin luz solo la de los cascos…. Los martillos te dejaba sordo… el carbón se te caía encima….. todo era polvo negro y un calor, que unido a la mascara de respiración te ahogaba….. Me sacaron en el primer descanso a las 2 horas…. Juré que jamás volvería a decir que un minero ganaba mucho…. Al salir parecía un negro Sudánes.
Siempre es muy bonito el poder hacer realidad un sueño, y te felicito por haber podido satisfacer el tuyo, Perela.
Conocemos el pesquero y conocemos y apreciamos al patrón, por lo cual te pusiste en manos de la seguridad y el cariño, y por eso la experiencia tenía que dejarte por fuerza, la mejor de las impresiones, además de enseñarte que la Mar te puede dar el sustento y hasta la vida, pero sin regalarte nada, tú tienes que hacer todo lo necesario, por muchos trabajos que cueste, para conquistarla y que te dé lo que necesitas o deseas. Y aunque alguien pueda tacharme de machista, acuérdate que la Mar es femenina, como una hermana o una madre, y eso querida amiga, eso es muy grande y vale mucho.
Ahora, te propongo, y si puedo te lo haremos realidad, el salir a la Mar tan solo acompañada de otro patrón como el que tuviste, y el viento. La navegación a vela ya verás que es algo muy diferente, que no tiene nada que ver, que es muy difícil de explicar las sensaciones que produce, casi llegando a la sensualidad, y que no es ni mejor ni peor, es, ya verás… ¡Otra cosa!
Cuidaros mucho, buena Mar, y hasta la vista