De las cuentas corrientes y billeteras de los indianos de ultramar salió dinero para contribuir a obras en beneficio de la comunidad, entre ellas la construcción de fuentes públicas, manantiales que dulcificaron la vida del vecindario. Esa situación se vivió la localidad de Niembro el miércoles 6 de diciembre de 1922, fecha en la que tuvo lugar la inauguración oficial de tres fuentes en el pueblo, situadas a una misma altura y cubriendo estratégicamente el villorrio de Este a Oeste. Un siglo después, ya con agua corriente en el interior de las casas, allí siguen los veneros conocidos como El Rochel, La Torre y La Viña. Las obras fueron costeadas en su totalidad por el indiano local Jesús Díaz de la Fuente y de realizar los trabajos se encargó el maestro de obras Alberto Cuevas, natural de Nueva de Llanes. Las obras duraron 45 días, participaron en ellas entre 25 y 50 obreros cada jornada y costaron 20.000 pesetas de la época.

    La mañana del 6 de diciembre de 1922 amaneció espléndida y los actos de la inauguración oficial de las tres fuentes comenzaron a las 10:30 horas con la celebración de una misa en la iglesia parroquial. Oficiaron tres curas: Tomás Suero, Ramón Sampedro y Eduardo Martínez. Cantó la eucaristía la ‘Coral Pío X’, de la que formaban parte seis mujeres y cuatro hombres de Niembro y Barro. De tocar el armonio se encargó María Cue y el sermón corrió a cargo del párroco, Joaquín Casielles. Al término de la función religiosa se formó una procesión que atravesó el pueblo para estrenar los tres manantiales. En lugar privilegiado del cortejo iban las andas con la imagen de San Pelayo.

   La primera parada de la comitiva tuvo lugar en la fuente conocida como El Rochel. Actuó como madrina de la inauguración la niña Encarnación Díaz del Campo, hija del opulento indiano a cuyas expensas se cubrieron todos los gastos. Se habían preparado coplas alusivas al estreno y la primera que las mozas entonaron decía así: 

               Viva Niembro, pueblo hermoso,

               con fuentes en abundancia,      

               viva quien costeó los gastos

               con nobleza y arrogancia.

Fuente El Rochel

Fuente El Rochel

A continuación, la comitiva orientó sus pasos hacia la fuente de La Torre, donde se repitió el protocolo y la primera copla referente al acto decía así:

                Esta fuente de La Torre

                es hermosa sin igual, 

                aquí se para la gente

                a poderla saludar.

Fuente La torre

 Finalmente se inauguró y bendijo la fuente de La Viña, donde las mozas entonaron en primer lugar la siguiente estrofa:              

                Ya tenemos aguas claras,

                ¡quién lo habría de creer!

                En el campo de La Viña

                el ver las aguas correr.

Fuente La Viña

   Terminada la bendición e inauguración de las tres fuentes, regresó la imagen de San Pelayo a la capilla, donde se cantó un Tedeum en Acción de Gracias. El alcalde de barrio, Vicente Felgueres, agradeció en su discurso el desprendimiento del benefactor. Todo el pueblo y decenas de invitados de fuera de la localidad, acudieron a un banquete en la finca El Castillo, que no mucho tiempo antes había adquirido Jesús Díaz de la Fuente. Se trata del terreno que en la actualidad es propiedad de otro indiano: Juan Antonio Pérez Simón. Al finalizar la comida todos los presentes posaron para varias instantáneas realizadas por el fotógrafo llanisco José García Arco ‘Pepe’. De tarde y noche, se celebraron en La Bolera romería y verbena amenizadas por la pianola de Nueva, la música gallega de Vibaño y el gaitero de Posada.

   El benefactor Jesús Díaz de la Fuente falleció en México el 16 de marzo de 1963, a la edad de 80 años. Al finalizar la Guerra Civil, periodo de pobreza y carencias, contribuyó con importantes donativos en favor de los vecinos de Niembro, Barro, Balmori y Quintana. Donó 100.000 pesetas para la construcción de un nuevo edificio destinado a escuela pública en su parroquia. Aportó otras 100.000 pesetas para la edificación del Colegio de la Encarnación, más tarde Instituto Nacional de Enseñanza Media, de Llanes. Costeó las campanas de las iglesias de Barro y Posada. Con su hermano José y sus sobrinos Manuel, Tomás y Ramón, donó el altar mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores de Barro.

Fotos: Valentín Orejas y colección particular

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