No dudo que la “Energía eólica marina” tenga indiscutibles beneficios para la sociedad de hoy día, ya que desempeña un papel muy importante en la transición global hacia la energía verde.

Ahora bien, la electricidad producida por un “Parque eólico marino” se transporta a tierra firme mediante cables submarinos y luego se introduce en la red de distribución.

Estas enormes redes de cables abarcan grandes distancias, conectan continentes y facilitan la transferencia de datos a velocidades vertiginosas, pero si bien estos cables submarinos tienen innumerables beneficios para la sociedad, existe una preocupación creciente por su impacto ambiental en los ecosistemas marinos, alterando el hábitat de seres que residen en sus fondos, y que pueden verse desplazados o afectados, aunque sea temporalmente.

Estas alteraciones, se pueden producir por varios motivos:

Alteraciones físicas, debido al proceso de instalación de esos cables que implica el dragado del fondo marino, por lo que altera los hábitats naturales de sus residentes y puede provocar la destrucción de la flora y la fauna marinas. El ruido generado durante la instalación de cables submarinos puede tener un impacto en los mamíferos marinos, que dependen en gran medida de su agudo oído para la navegación y la comunicación.

 Contaminación química, ya que, en su construcción, los cables submarinos están recubiertos con materiales para protegerlos contra la corrosión y los organismos marinos. Sin embargo, estos recubrimientos pueden contener sustancias químicas que podrían tener efectos adversos sobre la vida marina.

Cualquier cable eléctrico submarino activo, produce un campo electromagnético, que, aunque de baja frecuencia, puede interferir con los sistemas sensoriales de los animales marinos y por lo tanto alterar los patrones migratorios de estos seres, Esta interferencia podría potencialmente alterar la navegación y el comportamiento tanto de las medusas como de las ballenas, tiburones, rayas y túmidos.

Por último, podríamos decir que su presencia podría atraer la actividad pesquera provocando posibles daños por las actividades de pesca de arrastre y fondeo.

Si esto lo puede producir la instalación de un solo cable, imaginémonos lo que sería parques eólicos con grandes redes de cables unos cerca de otros.

Kevin Scott, candidato a doctorado en “Biología marina” en la Universidad Heriot-Watt en Escocia, está preocupado por los posibles efectos acumulativos de los campos electromagnéticos en la vida marina. En recientes investigaciones, Scott y sus colegas de la “Estación Marina St. Abbs”, en la costa escocesa obtuvieron docenas de cangrejos capturados por pescadores locales y los expusieron a campos electromagnéticos en el laboratorio. Los campos no dañaron directamente a los animales, pues por ejemplo, las respuestas fisiológicas, como la tasa de respiración, permanecieron normales, pero sin embargo, los campos tuvieron un efecto distinto en el comportamiento de los cangrejos, con efectos que podrían sumarse especialmente para los cangrejos que cuidan los huevos, Al exponerse a los campos electromagnéticos, los cangrejos detuvieron lo que estaban haciendo y se sintieron atraídos por los cables submarinos que generaba dicho campo. 

Estas alteraciones no son como las de los vertidos de petróleo que se ven, se pueden fotografiar y correr la voz… ¡No! Estas no se ven.

Andrew Gill, un “Consultor ambiental” de la Universidad de Cranfield en Inglaterra, y que no participó en la nueva investigación, dice que el problema puede ir más allá de los cangrejos

«Hay una gran cantidad de organismos, desde bacterias hasta ballenas, que aparentemente usan los campos magnéticos de la Tierra para el movimiento», dice Gill. Las “langostas espinosas” del Caribe usan campos magnéticos para guiar su migración de larga distancia, y cuando son sometidas a pulsos magnéticos extraños se desorientan y cambian de dirección. Los tiburones, las rayas y los delfines también parecen detectar campos electromagnéticos, aunque aún no está claro si los molestarían los cables de alimentación submarinos.

Defiende Andrew Gill que los efectos de los campos electromagnéticos deben ser estudiados más a fondo, antes de que se desplieguen más cables eléctricos submarinos, ya que los campos electromagnéticos tienen complejos y posiblemente dañinos efectos que podrían amenazar a especies comerciales clave, como el valioso “buey de mar” (“ñoca”),, también conocido como “cangrejo marrón” (Cancer pagurus), ampliado a otras valiosas especies comerciales, como la langosta, el “llubricante”, y el centollo.

Al exponerse a los campos electromagnéticos, los cangrejos detuvieron lo que estaban haciendo al sentirse atraídos atraídos por los contenedores de plástico que albergaban el equipo que generaba el campo electromagnético, replicando lo que un cable de alimentación haría en el océano. Este efecto de distracción ocurrió aproximadamente el 70 por ciento de las veces, mientras que los cangrejos ignoraron contenedores similares sin campos electromagnéticos.

Scott dice que la investigación sugiere que si el “buey de mar” se siente atraído por los cables eléctricos submarinos y se distraen de manera similar en la naturaleza, atraídos hacia los campos electromagnéticos que provienen de estos cables eléctricos submarinos, podrían renunciar a sus actividades habituales de alimentación, apareamiento y búsqueda de refugio.

Sin embargo, Gill cree que Scott y sus colegas pueden estar exagerando la amenaza. «Han demostrado que hay un efecto, pero han ido demasiado lejos diciendo que es algo de lo que preocuparse con la energía marina», dice.

“Si un pájaro vuela en una turbina, por ejemplo… ¿Es algo de qué preocuparse? Más pájaros se golpean en edificios de vidrio «, dice Gill. Pero la investigación, continúa diciendo, muestra que los posibles efectos de los cables eléctricos submarinos necesitan un mayor escrutinio.

Buena Mar y hasta la vista amigos

Fernando Suárez Cué

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