Hubo un tiempo en que la capilla de la Virgen de Guía servía a los marineros de segura orientación.
Así, en el año 1900, recogía “El Oriente de Asturias” las quejas de éstos porque las paredes de la ermita al estar ennegrecidas dificultaban la marca.
Inmediatamente, el patrono de la capilla ordenó blanquear la fachada, cosa fácil y poco costosa que traía grandes ventajas a los marineros en sus peligrosas faenas.
Maiche Perela Beaumont
Imagen, Valentín Orejas
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