“El Pueblo”, a fecha 28 de febrero de 1920, bajo el titular “En Pro del puerto”, recogía: “ Aprovechando la oportunidad de hallarse accidentalmente en la Villa el Conde de Santa Engracia, le visitaron una representación del Gremio de Pescadores con el fin de recabar su valioso apoyo en pro de las obras que necesita nuestro puerto para ser declarado de refugio, como así lo han solicitado la mayoría de los Cabildos de los gremios de mareantes del Cantábrico.
Al señor Conde de Santa Engracia, los marineros explicaron con todo lujo de detalles los grandes perjuicios que las pésimas condiciones de nuestro puerto irroga a la industria pesquera y a la gente marinera, y sin olvidar los posibles naufragios que puedan acontecer por el incalificable abandono.
Él contestó que intercedería ante las altas autoridades del Gobierno para que se tramitara y resolviera sin dilación, en sentido favorable, el expediente incoado, que se supone se halla detenido en la Jefatura de Obras Públicas de la provincia, y que pedirá que en los presupuestos generales de la nación, que se están discutiendo ahora en ambas Cámaras, se incluya el crédito o la cantidad suficiente para ver si se consigue, en breve plazo, la aprobación del proyecto de reformas de este puerto, por considerarlo de suma urgencia y de imprescindible necesidad. Además, se ofreció poner incondicionalmente, tanto para este vital asunto como para otros que sean de innegable utilidad, a las órdenes de los llaniscos, prometiendo interesarse, por cuantos medios estén a su alcance, para conseguir de los poderes públicos las mejoras u obras que por su conducto se soliciten.
Termino diciendo que no hay que fiarse de palabras, sino de hechos.
Después de la celebrada la entrevista, la representación de los pescadores dio cuenta a sus compañeros del excelente resultado de la misma, y tal fue el entusiasmo que despertó entre ellos que, unánimemente, acordaron no ir ayer, viernes, a la mar, con objeto de tributar una cariñosa despedida al Conde de Santa Engracia, que en el tren de las 8 de la mañana regresaba a la capital de España, como así fue, pues acudieron todos a la estación en compacta muchedumbre”.
Imagen, ¡Puerto, puerto, puerto!
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