Para realizar sin riesgo la destrucción del terrible artefacto, fue llevado a tres millas de distancia y acto seguido la tripulación del “Villamil” comenzó a disparar sobre la mina con cañón y fusiles. A la media hora escasa se produjo la explosión deseada.
Los testigos del hecho manifestaron que fue colosal la tromba de agua, grandiosa la columna de humo y fortísima la detonación. Además, retemblaron todos los edificios de Llanes y de muchos pueblos cercanos.
Con anterioridad, la mina había sido remolcada a estas costas por marineros que, con su abnegada conducta, digna de un homenaje, libraron a los navegantes de un peligro muy serio.
Fuente: “El Oriente de Asturias”
Maiche Perela Beaumont
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