Desde siempre, he creído que una de las muchas originalidades de Llanes radica en que su Puerto se va alargando y se adentra en la villa llegando a ser una calle más, y esa calle, entre el barrio de La Moría y San Antón, que comienza en la Casa del Mar, pasa por delante de las bodegas de los marineros y termina en la Barra, está dedicada a Tomás Gutiérrez Herrero.
Muchos se preguntarán: ¿quién ese personaje? ¿Qué relación tenía con la mar?.
Yo misma venia haciéndome esa pregunta cada vez que veía la placa colocada en una casa del Campu l’ Gatu y, también, al reparar en la fotografía que de aquel personaje está colgada en la Rula.
A través de esa imagen-no me consta que en la actualidad exista ninguna otra, aunque dicen que en la Rula vieja había una de cuerpo entero- se puede comprobar, además de su fortaleza y su limpia y clara mirada, que Don Tomás era sacerdote.
A partir de ahí, me enteré de que había nacido en Llanes, corriendo el año 1876, en el seno de una familia humilde, y que desde muy niño sintió la llamada de Dios, por lo que a los 24 años celebró su primera misa en la Iglesia parroquial, hoy Basílica, siendo padrino, ya muy anciano, su tocayo Don Tomás del Cueto Vallado.
Su decidida y temprana vocación le hizo cumplir sus deberes con verdadera abnegación y eficiencia, predicando con el ejemplo en todas las ocupaciones a las que le llevó su ministerio: Coadjutor de varias parroquias, capellán del Hospital Faustino Sobrino y auxiliar de la Iglesia de Llanes.
Con todo, a mí lo que hace que este sencillo, humilde, afectuoso y cortés llanisco, como lo describe una crónica de El Oriente de Asturias, me resulte tan cercano y me caiga tan bien es su predilección por los marineros, a los que ayudaba olvidando sus propias necesidades.
Alternaba y salía con ellos a la mar, y se le solía ver de madrugada o a la media noche presenciando la salida y la entrada de las lanchas.Yo me le imagino triste o complacido según lo que trajeran las embarcaciones.
Es más, cuentan que recorrió los principales puertos de la costa cantábrica para solicitar apoyo para que el de Llanes fuera declarado de refugio y se realizaran las obras que tanto necesitaba.
A consecuencia de sus desvelos por los marineros, fue nombrado vocal de la Junta de la Sociedad de Salvamento de Náufragos y, además, los armadores llaniscos dieron su nombre a nada menos que tres embarcaciones, “Don Tomás I”, “Don Tomás II”y “Don Tomás III”.
También, recogió el Semanario, decano de la prensa asturiana, que los marineros, para complacer y no decepcionar a su entrañable sacerdote, cumplían con los deberes religiosos.
Desgraciadamente, murió muy joven, exactamente a los 43 años, tras ser intervenido quirúrgicamente en Oviedo.
Le hubiera gustado saber que la calle más marinera de Llanes, a la misma vera de la mar, lleva su nombre.
Maiche Perela Beaumont
Fotografía, Valentín Orejas
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Preciosa historia llegada en su oportuno momento, pues es extraño e incomprensible, que personas de Llanes, de «toda la vida», me hayan preguntado más de una vez que…¿Quién era ese D. Tomas?
Ahora, gracias a tu artículo Perela, y gracias a la Web de la Cofradía, el personal va a poder muy facilmente el acceder a una historia de Llanes tan preciosa como apasionante.