No creo equivocarme mucho, si decimos que uno de los más antiguos fue el de los pescadores, ya que estaba íntimamente ligado a la alimentación del grupo, para su supervivencia y desarrollo.
La historia avanza paso a paso, pasando de gremios a cofradías (término general universal, que designa diferentes tipos de agrupaciones, como hermandades, gremios, compañías o uniones o reuniones de individuos), y llegar a nuestros días, hasta la muy noble “Cofradia de Pescadores Santa Ana”, en Llanes, cuya trayectoria está perfectamente estudiada y relatada por el historiador Dr Antonio Celorio Méndez-Trelles, en su magnífica obra “Antiguos mareantes de Llanes”.
Pues bien, esta cofradía, que no solo se dedica a ayudar, proteger, y aconsejar a sus cofrades, asistiéndoles en la organización y salida al mercado de sus productos lo más beneficiosamente posible para todos, también se dedica a otros menesteres que, aunque no estén directamente ligados con la pesca, si están muy unidos al espíritu de hermandad que siempre ha caracterizado a nuestras gentes de la Mar, pues como ellos mismos dicen, su cofradía siguiendo las ideas e iniciativas de sus dirigentes y simpatizantes:
Organiza conferencias.
Organiza un importante concurso de fotografía.
Organiza conciertos de villancicos.
Se ha involucrado desde el principio en el proyecto “Asturias, capital mundial de la poesía”, siendo el Patrón Mayor miembro del Consejo de Fundadores.
Ha creado y administra una página Web, bajo el título “Porque en el mar está el futuro de todos”, así como sus enlaces a las redes sociales.
También, participa en proyectos sociales, como el reparto de xarda a las familias necesitadas durante la pandemia, reparto de pescado a las residencias de ancianos y colabora en el menú solidario, proyecto del IES de Llanes.
Además, en su sensibilidad por el medio ambiente tiene firmado un convenio con la asociación Vertidos Cero, para el proyecto de Mares Circulares, consistente en recoger plásticos en la mar. También, participa en proyectos de limpiezas de playas y sus entornos”.
Todo esto lo ven, lo sufren y lo apoyan todos aquellos dirigentes y políticos (que los hay y de verdad), que por estar cerca lo viven en primeria “línea de Mar”, como ya han demostrado muchas veces.
Pero luego hay otros apoltronados “señoritos administradores”, que queriendo gobernar todo este negocio (algunas veces solo para ellos), no han pisado en su vida un puerto pesquero, y lo más cerca que han estado de su cotidiana vida, me malicio que ha sido en algún puesto del mercado del pescado, preguntando qué tipo de túmido es ese animal, mientras displicentemente señalaban un “pixín”. ¡Una gloria de mandatarios!
Ahora se les exige a los marineros que armen en sus embarcaciones, no sé qué artilugios que se han sacado de la manga para la buena pesca. ¿Una cámara de seguridad?… ¿Una cámara para qué?…
¿De quién será el negocio? Porque para la marinería seguro que no.
Veréis como el día menos pensado a algún iluminado se le ocurrirá colocar un “plotter” y un sextante (son muy tecnológicos), a la puerta de los bancos, para que, según ellos, puedas ir sin perderte a la ventanilla de caja. ¿No es como para armarla?
Claro que con ellos no se atreven porque son los que tienen el dinero que ellos desean. El dinero no es internacional, es según mi opinión, “anacional”, no tiene ni país ni nación, se queda donde mejor lo cuidan.
En fin, “señoritos administradores”, seamos serios, que en este mundo se dice que hay tres cosas que sobran en un pesquero, como son, una hormigonera, un paracaídas y un político
Si no se quiere entrar en esta serie, lo que hay que hacer es cuando se está en los Organismos Internacionales del sector, hay que defender los interese de nuestra gente con seriedad y vehemencia, llevando y defendiendo las cuotas de las diferentes especies a cantidades dignas, y traer para ellos lo que en justicia les corresponde, y después, repartirlo entre nuestras zonas pesqueras con ecuánime rigor.
Ayuden económicamente, pero con cabeza, a todos nuestros y emprendedores y pescadores que la necesiten, y dejen a la gente trabajar en lo que mejor saben hacer, ya que serán los que tendrán que levantar la economía española, y no duden en acercarse a ellos, a saber de sus trabajos y sacrificios, de sus penas y alegrías, y verán cómo se van a asombrar del tipo de gentes con las que se van a encontrar, pudiendo tratarlos con total tranquilidad que siempre aprenderán algo, entre otras cosas una como la que me dijo mi padre, Fernando Suárez González (el hombre que más he admirado en este mundo), y que nunca olvidaré… “Hijo no olvides que el olor del trabajo bien hecho nunca es desagradable, y que jamás te mancharán las manos de un trabajador honrado”
Y yo añado…” Aunque estén ajadas, salitrosas y llenas de escamas, ¡Qué carajo!”
Buena Mar y hasta la vista.
Fernando Suárez Cué
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